martes, 24 de diciembre de 2013

EL MAS SAGRADO RINCON- MARIO MATUZ Y FRANCIS FALCÓN





EL MAS SAGRADO RINCON



Noche bajo su templanza,
los designios las estrellas,
el sol sucumbe y no avanza,
cruzando entre tantas bellas.
El oráculo marcado,
deja en claro su destino,
¡DIOS le dicto su camino!
¡Solo basta obedecer!
¿Pero... si en el esta el querer,
en ella no lo esta tanto?
Su necedad es el quebranto,
que todo va a entorpecer.
El, obedece en sus reglas,
no sucumbe a los demonios,
Ella, cree en los testimonios,
de el enemigo en su farsa,
por mas que su espada luche,
no logra dar, la salvación a la dama,
y aunque dolor tenga tanto,
deja la lucha con llanto,
y a la dama envuelta en flama.
¡DIOS le pide se retire!
¡Se aparte de su camino!
¡Rompe su unión su destino!
¡Prefiere que siga solo,
dará mitigo a su dolo,
y buen sol a su camino!
Camina solo el guerrero,
estandarte de su vida,
DIOS es la imagen en su pecho.
no teme la cuesta ni la subida,
ni el arbusto como lecho,
solo teme que su voz.
se apague en clara mañana,
que ya no alabe a su DIOS...
a su DIOS que tanto le ama.




Todos los derechos reservados por el autor :
Mario Alberto Matuz Negrete
10-07-2013
SAFECREATIVE



La mano de Dios no aclama.
Ni él impone razón injusta,
tan solo la verdad proclama.
De los hechos sin pregunta.
La vida es un laberinto,
de mil momentos callados,
sentimientos que aun benditos,
se le imponen estar sellados.
Y el hombre con su conciencia
toma su razonamiento.
Y él decide en su momento,
seguir o no en el entuerto.
De cada momento cierto .
más decida lo que decida,
Dios nunca nos abandona.
Todo error lo perdona.
Y lo hace su propia espina.
Sacando la adrenalina
De los hechos y promesas,
que se viven en grandeza.
Siendo por los dos sellados,
tantas veces aun errados.
Son momentos definidos
De caminos decididos,
por amar o el alejarlos.
Sin guerras y sin demonios.
Sin amigos ni enemigos,
la vida solo es designio.
Y es de Dios el decidirlo.
Y el del hombre de cumplirlo..
pero nunca con pena
ni amargura en su designio...
Pues somos de Dios sus hijos.

Francis Falcón




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